Éric Vuillard, aclarando la historia con el ensayo novelado

Éric Vuillard es un escritor, cineasta y dramaturgo francés, nacido en Lyon en 1968, que se ha hecho muy popular en su país por sus peculiares adaptaciones noveladas de hechos históricos relevantes y de otros, quizás más desconocidos, que han tenido sin embargo una incidencia en la Historia verdaderamente notable. Son libros, publicados en los últimos diez años, tan interesantes como Conquistadores, La batalla de Occidente y Congo, no traducidos al castellano, y Tristeza de la tierra: una historia de Buffalo Bill y El orden del día, su gran éxito internacional, Premio Goncourt 2017, que el año pasado se convirtió en un pequeño fenómeno entre nosotros, y que narraba cómo se asentó Hitler en el poder en los años treinta del pasado siglo antes de que se iniciara la II Guerra Mundial. La novela hace especial incidencia en el papel de los grandes empresarios alemanes –los dueños de Opel, Krupp, Siemens, IG Farben, Bayer, Telefunken, Agfa y Varta– que se plegaron a Hitler y sus deseos para conseguir magros contratos con el nuevo régimen que les hizo todavía más ricos. Otros dos apartados notables del libro son los que hacen referencia al papel pusilánime de los más importantes líderes políticos europeos, que dejaron hacer a Hitler, y a la vergonzosa invasión y absorción de Austria al Tercer Reich.

Gracias al éxito de El orden del día se publica ahora un libro anterior a éste, que apareció en Francia en 2016, se trata de 14 de julio, en el que se narra cómo fue el levantamiento del pueblo de París en esa fecha del año 1789 contra el poder del rey Luis XVI, que acabó con la toma de La Bastilla, la prisión que personificaba todos los excesos del régimen borbónico. El libro quiere rendir un homenaje a todos esos ciudadanos anónimos que sin ninguna guía, sin ningún líder político, ni siquiera los ilustrados que aparentemente estaban de su lado, se levantaron en armas hartos de la subida de los precios indiscriminada (sobre todo del pan), de la bajada de los salarios, de la pérdida de puestos de trabajo y del hambre que provocó miles de muertos. El libro nos cuenta cómo se desarrollaron esas 24 horas, desde la noche del día 13 de julio hasta la noche del 14. Mientras el pueblo se muere de hambre en Versalles se dilapida el erario público, que no se tiene, en fiestas y orgías, que dejan al estado francés al borde de la quiebra.

Fueron unos días de intenso calor, que exacerbó más los ánimos. Fueron días en los que el pueblo se hartó y comenzó a asaltar tiendas  y cuarteles en busca de armas con las que atacar al poder. Y los parisinos –jóvenes, viejos, mujeres, de todos los oficios, de todas las procedencias y lenguas- se dirigieron a La Bastilla. El pueblo rugía, y los dirigentes de la ciudad quisieron negociar. Los recibieron a pedradas, los echaron del lugar, los humillaron y se rieron de ellos. Había pequeños líderes que duraban un minuto al frente de la Revolución, héroes anónimos: alguien que lanzaba un grito, alguien que se lanzaba contra la puerta de la prisión, alguien que disparaba el primer tiro, alguien que cruzaba el patio interior, alguien que resultó herido, alguien que murió… Hay momentos para las risas, y para las imprecaciones, y para la congoja, y para la felicidad. Hay momentos para los vivos y para los muertos. Y hay finalmente, cuando cae La Bastilla, momentos para el jolgorio y la fiesta.

Vuillard logra lo que pretendía, que entendamos que la Revolución Francesa, fue un triunfo del pueblo, quizás uno de los primeros en la época moderna de la Humanidad. Luego pasó, lo que pasó, que los burgueses se hicieron con la Revolución y que el pueblo quedó de nuevo postergado, aunque algunas de las cosas conseguidas llegaran hasta nuestros días, convertidas eso sí en lo que hoy se conocen como democracias liberal-burguesas. Un pero pondría yo al notable libro de Vuillard, su exceso a la hora de colocarnos nombres propios por todas partes, que tienen un objetivo claro, poner nombre y apellidos a los olvidados de la Historia, pero que lastran la lectura por momentos. En todo caso bienvenidos sean los ensayos novelados sobre la Historia de Vuillard. Nos hacen comprender mejor nuestro pasado.

Enrique Martín

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *