Carmen Mola y su escritura negra “masculina”

Uno de los mejores descubrimientos del año pasado en el terreno de la novela negra llevaba la firma de Carmen Mola. Nos decían en el libro que el autor no tenía ganas de ser conocido, y que ese nombre era un pseudónimo. La novela aquella se titulaba La novia gitana y presentaba a una policía, que dirige un departamento especial de víctimas inusuales, que tiene una vida, como es habitual, bastante ajetreada. Por una parte es adicta a los karaokes, a la grappa, a frecuentar los mismos locales, a las citas amorosas inopinadas y a vigilar un lugar de la plaza en la que vive que es donde su hijo fue secuestrado. La intriga de aquella novela no tenía nada que ver con las circunstancias de la protagonista, ya que se trataba de investigar el asesinato de una novia que muere poco antes de casarse en las mismas circunstancias en que su hermana había fallecido años antes. Por supuesto hay que añadir alguna dificultad más, así que el asesino de aquella llevaba en la cárcel varios años.

Bien, si no han leído La novia gitana pueden quedarse aquí, porque ahora voy a soltar un pequeño spoiler, ya que es necesario para explicar la trama de la nueva novela: La Red Púrpura. Al final de la novela, y como un cliffhanger magistral, aparece una grabación en la que el hijo de la protagonista le dice a su madre que deje de buscarle. Lo que da pie al argumento de esta segunda aventura. Y ahí lo dejo en cuanto a tramas policiales se refiere. Aclaremos que este díptico, que seguramente se verá ampliado próximamente, no viene a renovar la novela negra. Tenemos a una investigadora que cae en todos los tópicos en cuando a vida desordenada y conflictiva, un equipo variado de hombres y mujeres, cada uno cargando con su particular trueno, su historia, sus filias y fobias y su especialidad investigativa; unos malos de manual que venden snuff movies con torturas y muertes reales, unas investigaciones que no son precisamente originales, la primera lo es más que la segunda.

Pero hay aquí una escritura eficaz, unos giros adecuados, un ritmo muy trabajado, unas aportaciones a la narración estudiadas y una rapidez narrativa suficientemente intensa como para empujar a una lectura compulsiva. Ya digo, más en la primera que en la segunda. Así que, como parece que Carmen Mola ha gustado bastante, tendremos serie para rato, con nuevos casos criminales y nuevos implicaciones personales de los personajes protagonistas. Y ahora es cuando me tiro a la piscina y digo que en estas novelas hay algo “inequívocamente masculino” como dijo en su momento Robert Silverberg en el prólogo a un volumen de relatos de James Triptee Jr. El problema resultó ser que Triptee era el pseudónimo de Alice Sheldon, una excelente escritora que también firmaba como Racoona Sheldon. Bueno, pues igual me equivoco, pero me parece que tras el nombre de Carmen Mola hay un escritor. Quizá nunca lo sepamos, pero, bueno, ahí dejo mi apuesta. Mientras tanto podéis ir disfrutando de estas novelas, si es que lo vuestro es lo negro. Y si no, probad también que os hará daño.

Félix Linares

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