Las vidas cruzadas de Ana Merino

Hay dos creencias relacionadas con los grandes premios literarios españoles firmemente arraigadas. Que las novelas ganadoras se venden extraordinariamente bien y que son malas. Incluso si los autores son de reconocido prestigio se califica sus obras ganadoras como las peores de su carrera. Los premios Planeta de este año certificarían esta segunda creencia. Javier Cercas y Manuel Vilas, ganador y finalista de la última edición, no han conseguido el fervor crítico. Pero, por otra parte, han destruido el tópico anterior. Parece que las ventas no han sido satisfactorias. Así que en Planeta, seguramente, estarán lamentado la idea de arrebatar a sus  competidores de Random House a dos de sus escritores más celebrados, dado el escaso rendimiento económico de la operación. En cualquier caso no son Cercas y Vilas quienes nos interesan sino Ana Merino, ganadora del premio Nadal este año con El mapa de los afectos. Alguna relación hay no obstante, porque el premio Nadal es también un premio de la casa Planeta y Destino que edita estos premios es una de sus divisiones  editoriales, y, además, Ana está relacionada sentimentalmente con Manuel Vilas.

Si quieren ustedes especular sobre posibles conspiraciones están en su derecho, pero quiero decirles que pocas veces se habrá otorgado un premio tan merecido a una novela tan buena como El mapa de los afectos, uno de esos relatos de vidas cruzadas que tanto gustan a los estadounidenses, Ana Merino vive en el medio oeste de aquel país, y que tan buenos resultados han dado en multitud de ocasiones. Efectivamente la novela empieza con un émulo de Holden Caufield vigilando los ritos amorosos de una pareja, ella la maestra del pueblo, él un lugareño notablemente mayor. Después nos sorprendemos con la boda de la maestra con otra persona, su luna de miel, su viaje a España, su colapso y su desaparición a bordo de un autobús. Vamos dejando atrás personajes y situaciones. Otros vienen a sustituirles con la misma eficacia y encanto. Hay aquí, además del color local de estos pueblos, un poco de todo: thriller, western, melodrama, tragedia, incluso algo de humor, placidez crepuscular, turbulencias atmosféricas, reflexiones feministas y, sobre todo, historias, personajes, situaciones, diálogos de la mejor raíz literaria. Los destinos de los personajes se perderán momentáneamente, pero por supuesto los recuperaremos mas tarde para cerrar todas las tramas.

Esta es prácticamente una novela compendio de todas las posibilidades, de todo tipo de argumentos, de retratos que abarcan todo el espectro psicológico. Incluso hay en la autora el afán, me parece, de que sus personajes cubran todas las posibilidades en sus pensamientos y en sus hechos, para que sea el lector quien decida. Ana Merino ha escrito mucho: ensayo, poesía, narrativa juvenil, análisis de cómics, pero considera esta su primera novela, digamos de narrativa adulta. Es un comienzo espectacular, una agradable sorpresa. Y le han dado el premio Nadal. Se lo merece.

Félix Linares

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