Los raros. La cucaracha de la que escribió Clarice Lispector

“…Estoy buscando, estoy buscando. Intento comprender. Intento dar a alguien lo que he vivido y no sé a quién, pero no puedo quedarme con lo que he vivido. No sé qué hacer con ello, tengo miedo de esa desorganización profunda. Desconfió de lo que me ocurrió. ¿Me sucedió algo que quizá, por el hecho de no saber cómo vivir, viví como si fuese otra cosa? A eso querría llamarlo desorganización, y tendría yo la seguridad para aventurarme, porque sabría después a dónde volver: a la organización primitiva. A eso prefiero llamarlo desorganización, porque no quiero confirmarme en lo que viví: en la confirmación de mí perdería el mundo tal como lo tenía; y sé que no tengo capacidad para otro”.

Así comienza La pasión según G.H., de Clarice Lispector. El objetivo de todos los grandes creadores en cualquier rama del arte es encontrar una voz propia, y en literatura hay pocos escritores que lo hayan conseguido. Entre ellos se encuentra sin duda la brasileña, de origen ucraniano, Clarice Lispector, que en poco más de medio siglo de vida (1925-1977) renovó la prosa en portugués con su estilo inimitable y lírico, de asombrosa profundidad. Una de sus novelas más celebradas por la crítica esta La pasión según G.H., publicada en 1964: texto complejo y divagatorio, como pocos haya tenido oportunidad de leer. Muchas de sus afirmaciones, casi aforismos, me han recordado los tratados de filosofía existencialista, tan en boga en el momento de su publicación.

Y sin embargo, la insólita historia que nos cuenta esa dama burguesa de la que solo conocemos sus iniciales, G.H., puede resumirse en breves líneas. Al penetrar en la habitación vacía de una criada que ya no trabaja en su piso, con intención de limpiarla, descubre en un armario una lustrosa cucaracha. Esta visión de lo inmundo, como lo llama ella, sitúa a la narradora en un estado de schock aterrado, pero también frente a un inesperado espejo catártico que provoca el reconocimiento de la falsedad de su vida, y la obliga a enfrentar el presente, lo inmediato, lo menos adornado por las falsas esperanzas y proyecciones al futuro que caracterizaban su vida hasta entonces. Dejando la primera persona, la narradora se dirige en ocasiones a un tú, que es un supuesto amante. G.H. repasa así los momentos cruciales de su vida, su aborto, reflexiona sobre el amor, e incluso, identificándose con la cucaracha, se lanza a un viaje al remoto pasado de la vida en nuestro planeta. Esta identificación con lo neutro, con las fuentes primordiales de la existencia, culmina con la ingestión de la cucaracha, especie de “eucaristía” con lo inhumano de la que sale fortalecida para aceptar la vida con pasión renovada.

Pero tanto o más que el insólito argumento, asombra el estilo. La sucesión de epifanías, de revelaciones sobre sí misma, a las que asistimos con G.H. están engarzadas de una forma intrigante, con un lenguaje lógico, inspirado y urgente, que nos asombra por su potencia expresiva y su rigor analítico.  Solo queda advertir a la audiencia que esta ¿novela?, por llamar de alguna manera a este intenso monólogo, necesita de lectores avanzados, almas ya formadas como decía la autora, capaces de apreciar la prosa poética y la introspección filosófica de una escritora incomparable.

La pasión según G. H. de Clarice Lispector la podemos encontrar en Editorial Siruela.

 Javier Aspiazu

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *