Bruno Galindo, recreando la nostalgia

Un director de cine que ha ido perdiendo proyección graba vídeos corporativos como trabajo alimenticio. En uno de esos rodajes, mientras el presidente de una empresa da un discurso a los pies de una escalinata, un grupo de recreacionistas reproduce la célebre escena del Acorazado Potemkin en la que un carrito de bebé rueda escaleras abajo. Este hecho obsesionará al director que se mostrará convencido de que la propia vida es un repetición de secuencias, una recreación de nuestro pasado. “Nadie quiere escribir su historia -concluye el director- todo el mundo quiere reescribirla”. El protagonista, que atraviesa una crisis profesional porque no termina de consagrarse, mantiene una relación basada en encuentros casuales con una representante de actores que en su momento fue actriz. Poco después del incidente de los recreacionistas, un poderoso productor organiza una fiesta por su cumpleaños a la que invita a personas que fueron importantes en su vida para recrear las décadas pasadas: recrea escenarios, costumbres, ambientes. El director asistirá a esa especie de festival de la nostalgia, tan ostentoso como deprimente, y a partir de ahí se darán varios cambios en su vida.

Bruno Galindo  ha asegurado muy bien las costuras de esta narración en la que no quedan hilos sueltos. Es, sin duda, una historia certera, que entraña una reflexión muy interesante, y repleta de referencias cinematográficas, sobre el original y la copia y, aunque suene algo grandilocuente, sobre el sentido de nuestras vidas. De paso, aprovecha para criticar el mundo del cine, al que el protagonista adora, pero que adolece de conocidos males como la superficialidad, la tiranía de la juventud, la esclavitud de la taquilla. El estilo es a veces telegráfico, pretendidamente esquemático, y otras, más oxigenado, pero logra siempre que la plasticidad de la prosa acompañe al contenido y consigue también que esta historia que podía resultar demasiado conceptual resulte emocionante.

Bruno Galindo es, además de escritor, periodista. Le conocimos a través de la editorial Lengua de Trapo con la novela  El público, pero también ha publicado un ensayo, varios poemarios, un libro de viajes y otro de entrevistas. Llevaba una década sin publicar, así que ha sido este un feliz reencuentro.

Txani Rodríguez

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