El tocho. Martin Eden, el doble literario de Jack London

Uno de ellos abrió la puerta con un llavín y entró seguido por un hombre joven, que, torpemente, se quitó la gorra. Este último vestía ropas mal cortadas, que delataban al marino, y, a todas luces, se sentía desplazado en la amplia sala en la que acababa de entrar. No sabía qué hacer con la gorra e iba a guardársela en el bolsillo del abrigo cuando el otro se la quitó. Lo hizo con mucha naturalidad, cosa que apreció el joven. “Lo comprende -se dijo-. Quiere ayudarme.”

Se pegó a los talones de su compañero, balanceando los hombros y con las piernas muy abiertas, igual que si el piso se agitara a los impulsos del mar. Las amplias salas le parecían pequeñas para su modo de andar y temía que sus anchas espaldas chocaran con las jambas de las puertas o derribasen los jarritos que adornaban las mesas.

Así comienza Martín Eden de Jack London. Resulta casi innecesario recordar a la audiencia la breve y extraordinaria biografía de este escritor estadounidense, que tras ejercer los más esforzados oficios (entre ellos marino o buscador de oro), y vivir en la extrema pobreza, se convirtió gracias a su tesón y talento en el autor más leído a principios del siglo XX. Obras como La llamada de lo salvaje o El lobo de mar fueron extremadamente populares en la época. Así como esta novela que hoy les recomendamos, Martin Eden, publicada en 1909, y vuelta de nuevo a la actualidad, gracias a una reciente adaptación cinematográfica: es el texto donde London puso más elementos de su propia vida e incluso profetizó su trágico final.

El joven marino Martin Eden, tras ayudar en la calle al benjamín de la adinerada familia Morse, es introducido por este en su selecto círculo. Allí Martin cae fascinado por la cultura, y a partir de apasionadas lecturas, concibe el deseo de convertirse en un escritor de éxito para hacerse así merecedor del amor que le inspira Ruth Morse, una estudiante universitaria de belleza pálida, cabellos rubios y ojos azules, arquetipo literario del amor ideal. Frente a esta figura ambigua y perversa, surge la influencia benéfica del poeta socialista Russ Brisenden, que representa el elemento ético necesario para dar sentido al esfuerzo denodado del joven marino por convertirse en escritor. Brisenden le sugiere el socialismo como instrumento para mejorar la sociedad mientras Martin, influido por sus desordenadas lecturas, admira a autores como Herbert Spencer o Nietzsche, que, con su individualismo, justifican el orden social. A este respecto, Jack London declaraba que su objetivo había sido “atacar el individualismo en la persona del héroe” y que debía haberse confundido, “ya que ni un solo crítico lo ha descubierto”.

La consecución del éxito literario no va unida a la plenitud vital que Martin esperaba, la ruptura con Ruth y la muerte de su amigo Brisenden le sumen en una profunda depresión que conduce a un desenlace de forzado dramatismo, aún más incomprensible en la versión cinematográfica. Es lo menos logrado de un relato escrito con el característico estilo directo y vigoroso del autor, que consigue imbuirnos en una historia apasionante sobre la lucha por realizar las ambiciones y alcanzar la gloria, dejándonos un recuerdo imperecedero.

Decir por último que la editorial Alba les ofrece una cuidada edición de este clásico del siglo XX: Martin Eden, de Jack London.

Javier Aspiazu

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