La mujer en el espacio, versión Mary Robinette Kowal

Los aficionados  a la ciencia-ficción, ya lo he dicho más de una vez, pasamos por tiempos de penuria. La tan cacareada explosión de la ciencia-ficción china se ha quedado poco menos que en fuegos de artificio, en aventuras espaciales (space-operas) ya contadas hace setenta años –con mucha tecnología “nueva”, eso sí- y con argumentos que tienen más que ver con el cine de catástrofes que con la buena literatura aventurera. Lo más interesante que se puede leer del género en estos momentos es al magnífico autor estadounidense de relatos Ted Chiang (su último volumen Exhalación es una obra de arte) y a las escritoras, nuevas y olvidadas, que editoriales feministas están recuperando como Octavia E. Buttler, Marge Piercy, Ursula K. Le Guin, Lola Robles o Nnedi Okorafor. Y también ha aparecido, como un rayo, aunque atenuado en el mercado español por la pandemia, la estadounidense Mary Robinette Kowal.

Kowal, que es una escritora que trabaja tanto la ciencia-ficción como la fantasía, se ha hecho muy popular con su saga La astronauta. Sus dos libros publicados hasta el momento en castellano, Hacia las estrellas y El destino celeste, han ganado todos los premios clásicos del género, desde el Hugo al Nebula, pasando por el Locus.  Los dos han aparecido en castellanoeste mismo año, el primero en marzo, cuando comenzó la pandemia, y el segundo en septiembre en plena reentré literaria con avalancha de libros que no pudieron ser publicados en su momento. Así que por una o por otra razón los dos libros quedaron un poco ocultos, lo que es un error colosal que los buenos aficionados deben enmendar cuanto antes.

Las dos novelas se desarrollan en la Tierra, en un mundo alternativo al nuestro. Estamos en 1952, en plena Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS. Y es en ese momento cuando el mundo cambia porque un meteorito impacta contra nuestro planeta y arrasa la Costa Este de Estados Unidos. Pronto, las consecuencias de ese cataclismo harán del planeta un lugar inhóspito. Esta terrible amenaza obligará a la Humanidad a acelerar radicalmente sus esfuerzos para colonizar el espacio. Hasta ese momento la Guerra Fría se había trasladado al espacio con los lanzamientos de algunos satélites, pero ya se empezaba a barruntar la idea de hacer salir de nuestra órbita alguna nave tripulada.

Estamos en un mundo profundamente machista, en el que las mujeres solo podían relacionarse con la aventura espacial como oficinistas y poco más. Pero la catástrofe lo cambiará todo. Han muertos muchos hombres, y sobre todo han muerto muchos pilotos. A la NASA, y las sociedades de investigación espacial que la sucederán, no le quedará más remedio que comenzar a pensar en las mujeres como pilotos, aunque la lucha será dura y habrá que superar muchos prejuicios. Serán las propias mujeres las que tengan que empujar y empujar. Una de estas mujeres es la piloto (fue piloto de pruebas de la Fuerza Aérea estadounidense durante la II Guerra Mundial, una actividad “olvidada” por las fuentes oficiales) y brillante matemática Elma York. Ella y otras mujeres en su situación comenzarán a empujar para trabajar en la nueva Coalición Espacial Internacional (CAI) que deberá llevar cuando antes un “hombre” a la Luna, para iniciar la conquista del espacio.

El primer libro, Hacia las estrellas, es tremendamente emocionante y cuenta cómo la sociedad se levanta tras el cataclismo y cómo intenta buscar un futuro en las estrellas para la raza humana. Y como las mujeres pelean con uñas y dientes para estar en la pelea a la misma altura que los hombres. En esta pelea tendrá un papel fundamental el marido de Elma, Nathaniel, ingeniero aeronáutico de la NASA, primero, y de la CAI después. El segundo libro, El destino celeste, transcurre diez años después, en 1961. La Tierra tiene una base en la Luna y se apresta a iniciar el camino hacia Marte. El problema es que en nuestro planeta ha surgido un movimiento, “La Tierra Primero”, -¿os suena?- que duda de la importancia del viaje hacia las estrellas y que cree que todo se ha orquestado desde las élites para que el planeta quede libre para unos pocos, mientras los demás son “enviados” por el espacio: negacionistas de libro. Entre atentados extremistas y zancadillas políticas, Elma York y su tripulación iniciarán el viaje más duro y hermoso.

Ciencia-ficción de lujo. Ciencia-ficción que ofrece aventura y emoción, pero que no desdeña hablar de feminismo, machismo, racismo, ciencia, teología, política, sociología, tecnología y muchas otras cosas. La serie de Kowal continúa. En Estados Unidos se publicó el año pasado la tercera entrega titulada The Relentless Moon y se anuncia una cuarta parte para el año que viene titulada The Martian Contingency. Esperemos que estén a la altura de las dos primeras. Esto sí es ciencia-ficción: aventura e ideas. Un lujo en estos tiempos.

Enrique Martín

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