Rodrigo Fresán, inclasificablemente único y genial

Rodrigo Fresán es un escritor muy valiente. En numerosos lugares de su última novela ha escrito una de esas palabras disuasorias, quizá la que más, que consiguen que el lector medio se aparte de un determinado libro, o de una película, o de un disco, o de un programa de televisión, al grito de “a mí estas cosas no me gustan”. En concreto Fresán utiliza con generosidad el término ciencia-ficción en su escrito, aunque, ¡oh sorpresa!, este libro no pertenezca al género. Y si lo hace es en la excéntrica línea de los escritos de su adorado Kurt Vonnegut, es decir que lo utiliza para hablar de otras cosas. Otras referencias pueden ser Stanislaw Lem, que se interrogaba acerca del ser humano en escenarios fantásticos o Michael Chabon que en Las extraordinarias aventuras de Cavalier y Clay contaba las andanzas de dos jóvenes aficionados a la fantasía y que vivían grandes acontecimientos en sus páginas. Efectivamente unLIBRO.El fondo del cieloa de las líneas de la novela habla de unos jóvenes empeñados en escribir ciencia-ficción porque sueñan con viajes espaciales, seres extraños, geografías delirantes y personajes excesivos. Pero ellos mismos son unos seres humanos que se mueven en un ambiente muy terrenal, con sus pequeños problemas cotidianos, con sus peleas juveniles, con sus amores primerizos, con sus esfuerzos por crear, y publicar, y triunfar. Y ahí aprovecha Fresán para reconocer sus filias y rendir homenaje a sus autores favoritos, encabezados por ese Philip K. Dick que es el que conocemos y el que Fresán adora, pero que también es otro. En realidad Fresán parece querer escribir una de las novelas paranoicas de Dick con sus ensoñaciones sobre un tiempo de sórdidas maravillas y distorsiones espaciotemporales donde el resultado final es siempre la locura. Pero le ha salido una novela aún mas compleja, libre y difícilmente clasificable, al mismo tiempo que exquisitamente literaria. Dice el autor, en una larga nota final y entre muchas de las claves que ayudan a comprender mejor esta novela, que El fondo del cielo era mucho mas larga y que, por alguna razón, ha encogiendo porque el autor ha eliminado líneas narrativas y fragmentos diversos hasta que se ha quedado en lo que ahora se presenta. Sinceramente me gustaría conocer todo lo que Rodrigo ha decidido quitar de la versión final, porque además de proporcionar unas horas mas de lectura gozosa, seguramente, servirían para enlazar mejor los diferentes niveles narrativos. No es El fondo del cielo una novela de ciencia-ficción, creo que ya lo he dicho, pero me parece oportuno recordarlo para evitar malos entendidos. Y porque es una de esas novelas que no da un instrumento claro que permita recomendarla ya que, entiendo, también puede resultar razonablemente difícil para un lector medio y más si desconoce las claves en las que se mueve el autor. Debemos agradecer a Fresán que se haya atrevido con este escrito y a la editorial Random House-Mondadori que lo haya publicado. En su mano, lector, queda ahora transitar por los fascinantes mundos de este autor que tiene la virtud de escribir siempre libros diferentes, pero con el denominador común de la excelencia. Estamos seguros de que entusiasmado por su escritura nunca abandonarán a Rodrigo Fresán.

Félix Linares

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