Era la última célula viva de aquel organismo. Como todas las que le rodeaban estaba condenada a morir. De hecho ya había creado sus propios agentes destructores, que se estaban encargando tenazmente de su suicidio. Era el fin anunciado de lo que esa curiosa carcoma denominaba “planeta Tierra”.
Roberto Moso
Pingback: Radio Euskadi