Martín Abrisketa: mirando al horror con ojos de niño

Martín Abrisketa subyugó a miles de lectores de Euskadi y del resto del estado español con su primera novela, La lengua de los secretos, en la que hablaba de los estragos de la Guerra Civil vistos a través de los ojos de un niño que por momentos contemplaba todo como si fuera un juego. Esta forma de ver el mundo y los sucesos que protagonizan los adultos a través de una mirada inocente y hasta mágica, parece que ha calado en el escritor vizcaíno que ha utilizado la misma técnica en su segunda novela. El país escondido es una especie de cuento en el que Maggie, la protagonista, una niña tímida y con una imaginación desbordante, que vive con su abuelo tras haber sido abandonada por su madre drogadicta, observa con sorpresa y temor lo que sucede a su alrededor. Y a su alrededor acontecen cosas tremendas porque estamos en los años 80 del pasado siglo, los años de plomo, los años del terrorismo, de la violencia, de la depresión, la crisis económica con mayúsculas y la droga. Una situación que parece hacer exclamar al autor “la vida es tan terrible que necesitamos verla a través de los ojos de los niños”.

Maggie tiene 12 años y vive en un piso de un barrio popular de Bilbao. Es una niña enfermiza que habita un mundo muy personal, como fuera de la realidad, un mundo que se va a ver sacudido por el Alzheimer de su abuelo y por la amenaza de ser separado de él y ser tutelada por las instituciones públicas. Para intentar encontrar una salida a su laberinto, la niña solo contará con la ayuda de un fantasma que vive en la pared de su habitación y de un vecino algo esquivo. A final dos chicos que viven realmente vidas muy duras: uno es hijo de un policía y casi no puede ni salir de casa, el otro es hijo de un médico que está en la cárcel por atender a un militante de ETA herido por las fuerzas de seguridad. Dos niños sin padres o con padres ausentes. Otra realidad que se impone de golpe como un puñetazo en el estómago, pero que vemos a través de esos niños que en ningún momento se verán entre ellos como enemigos, sino como aliados que intentarán aunar fuerzas para ayudar a su amiga.

El libro, que funciona como un cuento terrorífico, está acompañado de unos dibujos naifs muy curiosos, brillantes, oscuros y hermosos. Unas ilustraciones que firma Isabel Holgueras, una chica con síndrome de down que capta a las mil maravillas el espíritu de la novela, aunque sea incapaz de dibujar sirenas porque, como le dijo al escritor, “las sirenas no existen”. Una novela “en memoria de todas las víctimas del mundo de los hombres”, como dice la dedicatoria. Será interesante ver el próximo paso de Martín Abrisketa, porque parece que el camino que ha recorrido por ahora ha llegado a su fin.

Enrique Martín

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