Comictario. Fred Fordham, matando al ruiseñor de nuevo

A finales del año pasado se publicaron muchos y buenos cómics, entre ellos una adaptación de la inmortal novela de Harper Lee Matar un ruiseñor. El genial texto literario, publicado en 1960 y ganador del Premio Pulitzer, fue llevado al cine por Robert Mulligan en 1962, con Gregory Peck interpretando en el papel protagonista al inolvidable Atticus Finch. Una gran novela y una gran película. ¿Merecía la pena llevar esta historia al cómic? El reto era mayúsculo, y el riesgo enorme, pero hay que reconocer que el resultado es magnífico. El dibujante británico Fred Fordham ha sido el encargado de convertir en viñetas la poderosa historia de un hombre honrado a carta cabal que asume la defensa de un joven negro acusado de violar a una chica blanca en la Alabama de los años 30 del pasado siglo.

Atticus Finch, con lenguaje sereno y convicciones firmes como el acero, se enfrenta a una comunidad carcomida por los prejuicios y el racismo.Sabe que la condena de su defendido está escrita de antemano, pero se aferra al lema que guía su vida, “uno es valiente cuando, sabiendo que la batalla está perdida, lo intenta a pesar de todo y lucha hasta el final“. Un icono de honradez y dignidad que sirve de ejemplo a sus dos hijos, Jem y Scout. Jem ha heredado la serenidad de su padre, pero Scout, la niña, es un torrente de energía vital, y es su voz curiosa y asombrada la que nos cuenta lo que ocurre en esta historia inmortal. Su punto de vista infantil aporta inocencia a un ambiente cargado de odio y temor al diferente, tanto si es un negro como un hombre blanco silencioso y que apenas sale de su casa. Y todo, además, en medio de los años de terrible crisis económica que siguieron al crack bursátil del 29.

Un caldo de cultivo ideal para el egoísmo, la envidia y el rencor, y en el que brilla con luz propia la honradez inquebrantable de Atticus Finch. Todo esto lo contó Harper Lee de forma magistral en su novela, pues ella era natural de Alabama y se inspiró en su propia familia y en un incidente ocurrido en su ciudad cuando tenía 10 años. Con el apoyo expreso de los herederos de la escritora, el dibujante Fred Fordham respeta al máximo la esencia y el mensaje de la historia, y consigue que el relato nos fascine y sintamos la misma satisfacción que al leer la novela y ver la película. Absolutamente recomendable este cómic, Matar un ruiseñor, publicado en castellano por la editorial Penguin Random House. No os lo perdáis.

Iñaki Calvo

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