De fríos, redenciones y realidades a lo Diego Pita

Ola de frío es la cuarta obra publicada por Diego Pita, un autor que antes de instalarse en París, dirigió durante nueve años el café-bar-librería El bandido doblemente armado,  que se ubicaba en el centro de Madrid. Y es precisamente en una librería donde trabaja el protagonista de esta novela que relata una historia de redención. “Si no existiese una estación fría, me volvería loco. Me gusta pensar que el frío lo cura todo. Nada lo cura todo, pero si hubiera algo capaz de hacerlo, si hubiera algo que pudiera curarlo todo, yo apostaría por el frío”, dice el narrador protagonista de la historia, Javier Lacalle, un hombre de treinta y cuatro años que lucha durante una ola de frío que comienza en los días previos a la Navidad por dejar las drogas y el alcohol. La novela traslada bien lo difícil que es tomar una determinación firme en este sentido y cómo cualquier estímulo puede ser suficiente para impulsar pasos atrás.

Ola de frío, que está narrada en presente y que comprende un arco temporal de apenas unos días, nos muestra la relación que Javier tiene con sus padres, con su compañero en la librería, Adolfo, y con la atractiva madre de éste, y a través de una escena en la que se reúne con sus antiguos compañeros de instituto y de otra que recrea un encuentro casual, nos hacemos también una idea de cómo era la relación con sus viejos amigos. Además, Javier se muestra intrigado por las idas y venidas de su jefe, el dueño de la librería,  que resulta un personaje con una conducta un tanto misteriosa. Javier se refugia en casa de sus padres, en el trabajo, en el sexo, en lo que sea, para tratar de liberarse de sus adicciones, pero las cosas, como en la vida misma, se complican.

En Ola de frío, además, no nos vamos a encontrar con los padres que sufren un calvario porque el hijo se droga, porque, es curioso, aparte de que no parece que hayan terminado de enterarse de cuál es la situación de Javier, en esta novela la generación anterior a la del protagonista también se droga: el padre de Javier fuma marihuana, el librero también fuma, de hecho lo vemos fumando hachís, la madre de Adolfo esnifa cocaína… No en vano, corre el siglo XXI por la calles de Madrid. El protagonista habla de las drogas con amargura: “(…) abro la bolsita donde se guarda la droga. Huele a lo que debe oler: a sudor, a mentira, a medicina”. Javier se siente un perdedor, un tonto, por haber acabado así: él, hijo de unos padres acomodados,  cultural y políticamente activos, él, líder en el instituto; él, que se creía dueño de una promisoria carrera política.

Como señalaba al principio, esta novela breve es una historia de redención, pero también una fotografía de nuestra sociedad, de una parte al menos, instalada en un bienestar un tanto vacuo. Todo visto, en parte, desde una librería con lo que se diseminan por el texto observaciones como la siguiente: “(…) Me exaspera la expresión de “un amigo que lee mucho”. ¿Qué quiere decir eso? ¿Es que leer mucho es garantía de algo? Se puede leer mucho y mal y eso es precisamente lo que hace la mayor parte de la gente que dice leer mucho. Si eres un tarado, leer mucho no puede cambiar las cosas”.

Ola de frío es, por todo lo comentado, un libro sobre la lucha para entrar en calor, al menos, espiritualmente.

Txani Rodríguez

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