Václav Havel, una reinvención de un tal Palazuelos

Fernando Palazuelos es un escritor vizcaíno que siempre escribe libros interesantes. Pueden ser más o menos redondos, pero en todos late una notable puesta en escena y una honesta elección de los temas. Ha tocado todos los géneros: novelas, relatos, obras de teatro y poesía. Y ha recibido por su trabajo premios tan prestigiosos como el Torrente Ballester, el Tigre Juan o el Vicente Blasco Ibáñez. Pero siempre choca contra un techo de cristal, una especie de barrera inexplicable, que le impide llegar a un público más amplio y que hace que los críticos literarios no le consideren un autor mayor. Es profundamente injusto porque libros como La trastienda azul, Pura chatarra, Zapatos en la arena o Funámbulos ciegos son obras muy a tener en cuenta.

Ahora publica Llamadme Zula que ha recibido, como casi todos sus libros, un premio, concretamente el primer Premio Ramiro Pinilla de Novela Corta. Es otra obra ambiciosa porque recrea la vida de ese gran poeta, dramaturgo y político que fue Václav Havel, que llegó a convertirse en el primer presidente, y último, de la Checoslovaquia democrática tras la caída del Muro de Berlín, y el primer presidente de la República Checa tras la separación de Eslovaquia. La novela se centra en los últimos años que Havel, conocido como Zula, pasó en la cárcel por disidente, en los años ochenta, por atacar al Partido Comunista Checoslovaco y a su gobierno y por alentar el movimiento conocido como Carta 77 que denunciaba los incumplimientos en materia de derechos humanos del gobierno comunista títere de Moscú, que los soviéticos impusieron tras el ahogamiento de la Primavera de Praga en 1968.

Palazuelos nos presenta a un Václav Havel, Ceslak Hvalek en la novela, que resiste a las presiones del poder para que se desdiga de sus críticas y conseguir así la libertad y su salida al exilio. Zula se niega y esa negativa llenará de dolor a los más cercanos, sobre todo a su mujer Mirka, que le comprende, pero que no entiende que mientras los demás hayan cedido, él siga erre que erre defendiendo sus principios sin dar su brazo a torcer. Son muy interesantes en este sentido las conversaciones entre los dos, y también las conversaciones que recrea el autor, pues no hay una prueba documental de ellas, entre Zula y el comandante Plaska, director de la cárcel donde está prisionero y estalinista convencido, y entre Zula y Josef Malitec su compañero de celda, al que los comunistas han puesto con Havel para que le espíe y para que intente que cambie de opinión. La novela, narrada en tercera persona, también se ocupa de los momentos de flaqueza del intelectual checo y rememora sus relaciones con otros miembros de Carta 77, especialmente con su amigo el filósofo Jan Patocka que murió en prisión tras sufrir durísimos interrogatorios.

Palazuelos ha escrito una novela que es “un homenaje a la ética y a la dignidad humana”, como dice en el epílogo. Una novela que intenta explicar por qué algunas personas se mantienen fieles a sus compromisos a pesar de las presiones, las torturas y la cárcel. Una novela que se posiciona también contra el odio y la revancha porque “la herrumbre del odio siempre penetra en las almas obcecadas, estén en el extremo que estén”. Una narración que alerta además contra las ideologías que quieren imponer su visión de un camino hacia una arcadia feliz, porque “el sueño de un mundo perfecto se erige sobre cadáveres y desesperación”. Una novela de ideas, pero también de sentimientos, de esos sentimientos que son imprescindibles para sostener una visión humanista del mundo. Porque, como habría dicho seguramente Havel, sin empatía no podremos construir nada. Una hermosa novela.

Enrique Martín

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