Edurne Portela desmenuza el maltrato psicológico machista

Tras el aplaudido ensayo El eco de los disparos y de la novela Mejor la ausencia, la escritora vasca Edurne Portela publica Formas de estar lejos, una historia en la que vuelve al tema de la violencia, en esta ocasión de la violencia psicológica, una forma de maltrato extendida más allá de lo que nuestras vidas privadas evidencian y que llega, como se refleja en este libro, a hacer que la víctima se sienta muy, muy pequeña.

La novela está protagonizada por Alicia, una joven inteligente y decidida que  deja Santurtzi, su pueblo natal, y se establece en Estados Unidos para hacer carrera universitaria. Allí, en Southville, un pequeño pueblo del sur, donde la gente es “distantemente amable”, conoce a Matty, un joven atractivo que, tras haberse licenciado en Empresariales, cursa un máster. Se conocen, se gustan… y pronto empieza a ir todo un poco rápido: él toma la iniciativa de instalarse en  el apartamento de Alicia, y será solo la primera de una serie de resoluciones que él propone y ella acepta. Desde el principio de la relación, Matty incurrirá en algunos comportamientos extraños, y el, por entonces, único amigo que Alicia tenía, Alfredo, le advierte de que se está aislando. Sin embargo, la pareja sigue  su vida en común que sellarán con el matrimonio.

Portela logra que nos metamos dentro de esas dos vidas, que vayamos asistiendo a una escalada de faltas de respeto y desconfianza por parte de Matty. La narración, que intercala los puntos de vista de él y de ella, no carga las tintas, no abunda en clichés o en soluciones fáciles, sino que va tejiéndose en torno a acciones que una a una podrían ser soportables, pero que en conjunto logran asfixiar y lograr que la situación reviente. Hay algo revelador: en ninguna de las tres casas por las que pasa la pareja, logra Alicia sentirse a gusto, disfrutar de la confortabilidad del hogar. Matty no es descrito como el demonio ni es Alicia ninguna santa, y eso es lo que hace interesante esta historia en la que se mantiene bien la tensión ya que asistimos a un distanciamiento que presagia un estertor final.

Portela nos muestra la pareja de manera multidimensional, para que así obtengamos una visión panorámica de sus vidas, que conoceremos al detalle, tanto sus vidas públicas, como las privadas como las secretas, que diría García Márquez. Conocemos el trabajo de los protagonistas, las relaciones con sus padres, con sus amigos: ella tiene un amigo preso por pertenencia a banda armada y conserva la cuadrilla de amigas con las que creció en el País Vasco; él también tiene un pequeño grupo de amigos con los que juega al baloncesto y bebe cervezas…

Portela demuestra una gran habilidad a la hora de estructurar la novela, a la hora de “montarla”. La lectura avanza por una secuencia de escenas bastante absorbentes, que muestra situaciones muy concretas; la autora ha seleccionado momentos relevantes o elocuentes de las vidas de estos dos personajes y, al mostrar lo importante, podemos imaginar el resto. A veces hay escenas que ya están en marcha, como una que recrea una cena de Nochevieja en casa de unos familiares en la que podemos adivinar que la pareja había discutido en el coche, de camino. Intercala también, en ocasiones, algunos capítulos en los que se cuentan episodios que le han sucedido a otros personajes, como el que se dedica a una alumna que ha sufrido abusos sexuales; estos capítulos, aunque dan la temperatura de cómo es, por ejemplo, el mundo universitario en Estados Unidos, no quedan tan vinculados a la poderosa corriente principal del libro.

Resultan destacables, a mí me han interesado mucho, las observaciones de Alicia, su mirada sobre Estados Unidos, un país que refleja como racista y tendente a la segregación: “Y había que rellenar varias casillas; afroamericano, hispano, blanco, nativo americano, otros… y yo no sabía qué poner. Pam me miró muy seria y con un gesto que parecía un reproche, me señaló la casilla de hispano. Pues tendrá razón y seré hispana yo que sé”.

Formas de estar lejos es una incisiva inmersión en una relación insana de pareja y un estudio de los resortes de la violencia psicológica, que despliega un catálogo de actitudes y conductas con las que, en una medida u otra, podremos sentirnos identificados, tanto en el rol de quien padece esa violencia como, en una u otra medida, en el de quien la inflige.

¿Quién podría imaginar que una mujer a la que acaban de conceder un cum laude llore en su coche tras una exitosa conferencia porque, tal y como le había dicho su marido, se pierde en el camino de vuelta a casa? Esta novela lo explica.

Txani Rodríguez

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