El Tocho. Una vida de provincias, por Antón Chejov

El director me dijo: “No lo hecho solo por consideración a su honorable padre; de no ser por él, hace tiempo que habría salido usted volando de aquí”. Y yo lo contesté: “Excelencia, me halaga usted en exceso al suponer que sé volar”. Luego le oí decir: “Llévense a este señor, me crispa los nervios”.

A los dos días me despidieron. Así pues, con gran pesar de mi padre, el arquitecto municipal, desde que me considero adulto, he cambiado ya nueve veces de empleo. He estado en diferentes administraciones, pero estos nueve empleos se parecían unos a otros como gotas de agua: en todos ellos he tenido que escribir, oír observaciones estúpidas o groseras y esperar sentado a que me despidiesen”.

Así comienza Mi vida. Relato de un hombre de provincias de Antón Chejov. El gran maestro ruso del cuento dejó escritos más de 600 relatos (que, por cierto, pueden encontrar reunidos al completo en la editorial Páginas de Espuma), pero también nos legó algunos de los dramas más influyentes del siglo XIX (La Gaviota, Tío Vania, El jardín de los cerezos); y sin embargo, hoy voy a recomendarles una de las escasas novelas que escribió, un género que a este maestro de la síntesis y la connotación no se le dio tan bien, de ahí que escribiera más bien lo que los franceses llaman “nouvelles”: novelas cortas o relatos largos.

Mi vida, publicada en 1896, cuenta la existencia nada convencional de Misáil Póloznev, un joven de provincias de familia noble que renuncia a seguir los pasos de su padre, arquitecto  municipal, y decide ganarse el sustento desempeñando trabajos físicos. Sufre por ello el repudio familiar y el escarnio de los habitantes de su pequeña ciudad. A pesar de ello, su postura honesta y coherente ante la vida es apreciada por la hija del ingeniero Dolzukov, que se casa con él y decide establecer a su lado una finca agrícola. Un proyecto fracasado en poco tiempo porque ella se cansa de las difíciles relaciones con los campesinos, y decide divorciarse y partir a Petersburgo en busca distracciones y lujos.

Con esta obra Chejov plantea una acuciante disyuntiva entre los aristócratas más avanzados moralmente en la Rusia de fines del siglo XIX: seguir aferrados a las convenciones sociales, dedicándose a vegetar en un supuesto trabajo intelectual como el de funcionario, o por el contrario, optar por un  trabajo manual, mezclándose con obreros y campesinos y compartiendo su destino. Esta última opción es la que elige sinceramente Misaíl, el protagonista de Mi vida, claramente influido por la ideología del conde Tolstoi, profeta de una sociedad basada en los más genuinos principios del cristianismo. Pero Chejov, hijo de siervos, tiene una visión mucho más realista y consciente de las dificultades prácticas del ideal tolstoiano, y en esta pequeña, pero sustanciosa novela, se pregunta si el acercamiento al pueblo trabajador fue algo más que un capricho pasajero entre muchos intelectuales de clase alta, como en el caso de la mujer de Misaíl.

Una novela con una profunda preocupación social, muy crítica  con la vida de provincias, llena de corruptelas y arraigados prejuicios, narrada con un estilo sintético, preciso, directo y ausente de cualquier descripción superflua. En definitiva, con la brillantez del gran escritor que fue Chejov. Encontrarán Mi vida. Relato de un hombre de provincias en Alianza Editorial.

Javier Aspiazu

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *