La novela japonesa del francés Jean-Marc Ceci

Hace unos años se pusieron de moda las novelas mínimas, elegantes y resultonas. Novelas que como Seda de Alessandro Baricco tocaron la fibra sensible de un lector ávido de historias de amor sencillas, emocionantes y ligeramente trágicas. Eran novelas breves que además tenían la capacidad de contraponer las estéticas y formas de vida de Oriente y Occidente. De cuando en cuando aparece en nuestras librerías una novela de estas características que obtiene un triunfo inesperado. Es lo que ha sucedido con El señor Origami, una novela del francés de origen italiano Jean-Marc Ceci, que ha ganado en Francia el Premio Edmée de La Rochefoucauld y en Italia el Premio Murat, además de haberse convertido en un pequeño best-seller.

La novela cuenta la historia del maestro Kurogiku que a los veinte años de edad se enamoró en su Japón natal de una joven italiana desconocida a la que vio pasar fugazmente. Dispuesto a encontrar a su “amada”, la Signorina Chao, se trasladó hasta Italia y se instaló en una casa ruinosa de la Toscana. Allí se le empezó a conocer como el señor Origami. Durante cuarenta años el maestro se dedicará a hacer washi, papel artesanal, y a confeccionar origamis, hermosas figuras surgidas al plegar ese papel. Kurogiku conseguirá hacer las más hermosas grullas que nadie haya podido contemplar. Al maestro, que no ha logrado encontrar a su “amada”, le ayudará una mujer llamada Elsa, que no sabemos muy bien si está enamorada de él.

Un día aparecerá un joven relojero llamado Casparo que le pedirá refugio. El joven está obsesionado con vivir una vida plena y con construir un reloj que contenga “todas las medidas del tiempo”. A este trío peculiar acabará uniéndose una gata llamada Ima. Mientras el maestro intenta encontrar la iluminación a través de la práctica del zen, meditando sobre el origen de todas las cosas, Casparo entrará en una espiral autodestructiva que le llevará al borde del suicidio. Solo la dedicación del maestro, sus silencios y su ejemplo vital, le harán volver a la senda de la búsqueda del tiempo.

Una historia sobre el amor y la muerte, sobre el deseo y la incomprensión del otro, sobre la búsqueda de un sentido a lo que hacemos, sobre el inexorable paso del tiempo, y sobre la creencia de que tarde o temprano, en esta o en otras vidas se acabará cumpliendo nuestro destino. Una historia de silencios y de gestos. Una hermosa y minimalista historia.

Enrique Martín

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