El Tocho. Los extramuros de Jesús Fernández Santos

Extramuros la luna se detuvo. Más allá del camino real quedó inmóvil sobre la ciudad, encima de sus torres y murallas, dominando los prados empinados donde cada semana se alzaban las fugaces tiendas del mercado. Los recios muros revelaban ahora las tramas de sus flancos, sus cuadradaos remates, sus puertas blasonadas, con sus luces de pez y estopa, movidas por el aliento solemne de las ráfagas. De lejos llegaba intermitente el rumor del río, dando vida a la noche, la voz de la llanura estremecida, el opaco silencio de la tierra, de las lomas peladas y de los surcos yermos.

Todo se había congelado, detenido, muerto bajo el manto de aquella luz tan fría, a los pies de las nubes heladas como husos blancos de una rueca invisible, como rebaños fantasmales, empujados, amenazados, divididos por los veloces canes del viento”.

Así comienza Extramuros de Jesús Fernández Santos. Perteneciente a la llamada generación de los cincuenta, en la que también se integran escritores como Ignacio Aldecoa, Sánchez Ferlosio o Ana María Matute, el madrileño Jesús Fernández Santos (1926-1988) ubicó en tierras leonesas, de donde procedía la familia, sus novelas de más acentuado carácter social, caso de Los bravos o Los jinetes del alba, pero junto a esta vertiente crítica, el autor desarrolló también una inclinación cada vez más acentuada, a partir de los años 70, por la ambientación histórica. El libro de la memoria de las cosas o esta novela que hoy les recomendamos, Extramuros, publicada en 1978, son un buen ejemplo de ello.

Extramuros es un texto febril y alucinado, que ganó justamente el Premio Nacional de Literatura. Se sitúa  en un momento impreciso del siglo XVII en una Castilla decadente asolada por la sequía y la enfermedad. El lugar es un convento  en el que dos de las hermanas mantienen una relación íntima y secreta. Relatado casi en su totalidad en primera persona, es una de ellas la que nos cuenta las penalidades que sufre la comunidad, su extrema pobreza. La necesidad impulsa a su amante a urdir un falso milagro, unas llagas en sus manos que no cesan de supurar, para atraer devotos y donaciones de extramuros que permitan restaurar la comunidad. El engaño resulta un éxito. La falsa santa es elegida priora y todo parece ir bien hasta que la hija de un aristócrata decide ingresar en el convento atraída por su fama creciente. A partir de ese momento, los celos y las rencillas harán descarrilar el sueño de prosperidad, y la inquisición jugará su papel.

Más que la evocación de una época con sus miserias y obsesiones, o la historia de amor entre mujeres, muy atrevida en el momento de su publicación, lo que destaca en esta novela es el estilo, la expresión tan ajustada a las modulaciones del pasado, no solo en las palabras, sino también en el ritmo y la cadencia en el hablar. En este sentido, Fernández Santos consigue con Extramuros un acierto pleno. Un clásico con una prosa depurada que se paladea en cada frase, y que parece querer demostrarnos que solo el amor sobrevive a  las vicisitudes del tiempo.

Encontrarán Extramuros, de Jesús Fernández Santos en editorial Seix Barral.

Javier Aspiazu

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