Maialen Diaz Urriza y los amores imposibes

Herri hura es la primera obra de teatro para adultos que firma Maialen Diaz Urriza. Licenciada en Arte Dramático, es autora de las obras Etxerik txikiena e Ilargiaren atzean, destinadas al público infantil. Con Herri hura ha merecido el Premio Kutxa Ciudad de San Sebastián en la modalidad de teatro en euskera. La historia que nos relata Díaz Urriza tiene dos protagonistas: Abeliñe y Bernardo. Ambos son originarios de un pueblo del norte de Navarra y sienten un gran apego por su tierra natal, pero ambos se establecieron fuera: Abeliñe en Tudela, a donde se fue a vivir de pequeña con una tía soltera y relativamente acomodada, y Bernardo porque como tantos vascos –la historia transcurre en la posguerra- marchó a Estados Unidos, a Idaho, a trabajar como pastor con la idea de regresar al cabo de unos años comprar un caserío y casarse.

La acción arranca cuando estos dos personajes se reencuentran en la plaza del pueblo. Rondan ya los sesenta. Él ha regresado de vacaciones, con su esposa Meredith, tras una vida fuera, y ella ha ido a visitar a su hija. Mantienen una breve conversación y el lector sabrá pronto que son también los protagonistas de una historia de amor que pudo haber sido y no fue. A partir de ese momento, de ese encuentro, la trama retrocede y nos muestra las juventudes de los dos protagonistas, sus sueños, sus aspiraciones y sus renuncias. Sabremos de lo duro que le resultaba a Bernardo la soledad y el frío de las montañas y el desarraigo que provocó en Abeliñe tener que dejar su pueblo primero, y dejar después en ese mismo pueblo a su propia hija. Con un par de pinceladas y mucha habilidad, Diaz Urriza  refleja la importancia que tenía la diferencia de clase, así como las estrecheces de la época.

El uso de la lengua es destacable. Abeliñe y Bernardo hablan en euskera de Navarra, Jose, el marido de Abeliñe, habla en castellano, un amigo de Bernardo, Joakin, habla en vizcaíno…  El texto, sin duda, tiene bastante vivacidad y los diálogos sobre los que descansa en mayor medida esta historia –pequeños monólogos aparte- son ágiles e informativos y nos permiten situarnos perfectamente en las distintas escenas.

Herri hura habla, entre otras cosas, de la imposibilidad de elegir y fantasea con las vidas que pudieron haber vivido los personajes, unos personajes que tampoco han  sabido, de todas formas, buscar su felicidad.  La libertad de elección es un privilegio y esta obra de teatro nos lo recuerda con eficacia y sencillez.

Txani Rodriguez

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